No es suficiente que no nos importe, realmente disfrutamos lastimando a los demás. Obtenemos mayores placeres cuando otros pierden, otros sufren que cuando nosotros mismos obtenemos algo.
Esto proviene de nuestra naturaleza inherentemente egoísta, egoísta y odiosa que no quiere nada más que demostrar su valía, superioridad por encima de los demás. Tan aterrador como es, reconocer nuestra propia naturaleza por lo que es ya es la mitad de la cura.
El remedio completo y exitoso solo se puede encontrar cuando se configura el diagnóstico completo y preciso.
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