La temperatura óptima para la función cognitiva es la que lo hace sentir cómodo. Algunas personas (y yo soy una de ellas) prefieren estar calientes mientras trabajan; otros lo prefieren más fresco. Es diferente de persona a persona, por supuesto.
Si tienes demasiado calor o demasiado frío, es probable que tu concentración se vea afectada, ya que te sentirás incómodo. La incomodidad física incide en la conciencia, lo que impide la concentración; lo mismo ocurre si tienes hambre o necesitas un pis.
No conozco ningún estudio científico que haya intentado determinar la temperatura óptima para el rendimiento cognitivo. En cualquier caso, lo más probable es que no haya una temperatura que todos acordemos que es óptima.
Es muy parecido a la historia de Ricitos de Oro y los Tres Osos.