Som sí, hay personas malvadas en el mundo. Claro que todos cometemos errores y tenemos nuestros propios complejos. A veces hacemos cosas para herir a los demás y no nos damos cuenta o mientras que otras veces nos sentimos egoístas para preocuparnos.
Sin embargo, hay muchas personas a quienes no les importan los demás, no tienen modales, respetan o viven tomando responsabilidad. Hay personas que podrían matarte si pensaran que podrían hacerlo y no meterse en problemas o atrapados.
Mire a las personas que se amotinan, saquean y destruyen durante el mal tiempo como huracanes o después de grandes terremotos. Incluso las personas que parecen estar bien o bien pueden delegar si creen que pueden salirse con la suya. Las personas roban, engañan y mienten y, a menudo, no les importa si lastima a otros, siempre y cuando puedan avanzar en sus propias mentes.
Allí simplemente hay personas malas que lastiman a otros y disfrutan de ello. No estoy hablando solo del mal mayor histórico como Hitler, Mao, Stalin u otros como ese.
Estoy hablando del jefe al que le gusta humillar a la gente, el compañero de trabajo al que usted hace viajes de excursión observa y hace que falle a sus espaldas. El llamado amigo que socava las relaciones de los demás. El maestro que se complace en torturar a los alumnos y los enfrenta entre sí. Y así sucesivamente.
Conocí a una mujer, por ejemplo, que se deleitaba enormemente destruyendo personas. Era atractiva y estaba en una posición de poder, coquetearía con hombres y mujeres y los seduciría con el objetivo final de destruirlos. Ella informaría a sus cónyuges sobre el asunto, tomaría fotografías o amenazaría y obligaría a sus víctimas a hacer cosas terribles para ella. Simplemente por el placer de usarlos y destruirlos. Se jactaría de su capacidad de destruir vidas y se aseguraría de que otros entendieran a quién apuntaba para mantener a todas las personas con las que trabajaba con miedo.
Ella no era la única persona que he conocido así. He conocido a algunos estafadores (contras) que eran sádicos acerca de no solo estafar a la gente, sino también de asegurarse de que pudieran humillarlos, avergonzarlos o destruirlos de alguna manera.
O piense en el niño en la escuela que hábilmente haría creer a los maestros que eran perfectos mientras que criaba a otros niños, los manipulaba, les decía mentiras o los metía en problemas por lo que realmente hacían. Tristemente, algunos de esos niños crecen y continúan haciendo las mismas cosas.