Los humanos evolucionaron como animales de carga. Tenemos procesos cerebrales intensos, caros y automáticos dedicados a computar datos sociales, y hay evidencia de que estos procesos se agitan incluso cuando estamos en reposo, sin pensar en nada en particular. No podemos apagarlos.
Somos animales sociales. Los estudios han demostrado que el aislamiento es una de las peores formas de tortura, al menos tan dolorosa como la tortura física. Recuerde, el cerebro genera dolor y la mayoría de los cerebros humanos generan dolor intenso en diversas situaciones sociales, un dolor que es tan fuerte como los que sienten cuando son apuñalados o disparados.
Para mí, eso es todo menos inofensivo.
