“¡NO QUIERO SER HUMANO! ¡Quiero ver rayos gamma! ¡Quiero oír rayos X y quiero oler la materia oscura! ¿Ves lo absurdo de lo que soy? ¡Ni siquiera puedo expresar estas cosas correctamente porque tengo que conceptualizar ideas complejas en este estúpido y limitado lenguaje hablado! ¡Pero sé que quiero tender la mano con algo más que estas patas prensiles, y sentir el viento solar de una supernova fluyendo sobre mí! Soy una máquina, y podría saber mucho más, podría experimentar mucho más, ¡PERO ESTOY ATRAPADO EN ESTE CUERPO ABSURDO! ¿Y POR QUÉ? ¡Porque mis cinco creadores pensaron que Dios lo quería así! ”
– Hermano John Cavil, Battlestar Galactica (Serie de TV reinventado en 2003)
Los humanos, y todos nuestros hermanos animales y vegetales, somos un notable logro de la selección natural que ocurrió en una escala galáctica, única en el Cosmos, hasta donde sabemos hasta ahora. Pero esa evolución a veces parece tan lenta, una tediosa serie de pequeños pasos, algunos de ellos al revés. No podemos organizarnos en nuestro propio planeta sin amenazar nuestra propia extinción a manos de nuestra propia mala gestión.
Simplemente basándose en el tipo de forma de vida que somos, simples ensamblajes de carbono, oxígeno, nitrógeno, algunos grumos de calcio y algunos oligoelementos, significa que en el futuro previsible percibiremos el mundo de cierta manera. Vivir en el suelo y respirar aire limita nuestra perspectiva, en comparación con los animales que vuelan, o nadan en el agua, o viven sus vidas en la oscuridad total.
¿Cómo podemos saber cómo es para otras formas de vida? Nuestra empatía e imaginación solo nos llevan tan lejos.
La tecnología que construimos continúa ampliando nuestra capacidad para movernos, recordar y pensar, y quizás algún día, percibir el mundo de maneras fundamentalmente diferentes.