Te responderé como ingeniero y no como médico. El corazón está controlado tanto por el sistema nervioso simpático como parasimpático. Imagine un circuito de circuito cerrado que controle la temperatura, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Los sensores baroceptivos, por ejemplo, detectan la presión en nuestras arterias y envían una señal al cerebro, que actúa sobre el corazón para acelerar o ralentizar los pulsos. Esto puede parecer extraño debido a que nuestras células de marcapasos funcionan continuamente sin la necesidad de ninguna entrada, pero el cerebro tiene un control fino sobre ella. ¿Cómo podemos saberlo? Tomemos un ECG de un sujeto saludable.
Eche un vistazo a la última línea, el pico más pronunciado se llama R y representa la despolarización de nuestros ventrículos. Esto significa que durante este período el pulso eléctrico se propaga a través de los ventrículos y se contraen, empujando la sangre hacia la aorta (oxigenada) o hacia los pulmones (venosos). Ahora tome el tiempo que pasa de una R a la siguiente y trace este intervalo. Esto se llama tacograma.
Esto aclara una notable variabilidad (en términos de ms) entre los intervalos RR, pero no sabemos cuál es la causa de esta variabilidad. Para investigar más, podemos usar la transformada de Fourier y encontrar qué frecuencias contienen la mayor cantidad de energía en la señal. Lo que descubrimos es:
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Las bajas frecuencias están dominadas por la temperatura y la presión arterial controladas directamente por el sistema parasimpático. Las frecuencias más altas en cambio se rigen por la respiración, el sistema simpático. Lo sabemos estudiando cómo cambia este gráfico cuando el paciente está por encima de ciertas condiciones controladas.
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