Por su propia definición, en meditación de atención plena, no prestamos atención al tiempo, y tampoco controlamos nuestra velocidad de respiración. Nos sentamos en quietud y observamos la respiración mientras se mueve a su ritmo natural. Muchos describen la atención plena de la respiración como un estado de la experiencia de ser respirado.
En el Anapanasati Sutta, el Sutra sobre la plena conciencia de la respiración, el texto central donde Buda enseñó la atención plena de la respiración, el Buda dice: “Al respirar profundamente, el practicante es consciente de respirar en una respiración larga”, y también “Al respirar brevemente, el practicante es consciente de respirar en un breve suspiro”. El practicante permite que la respiración se adapte al estado del cuerpo y la mente y a la calidad y profundidad de la meditación.
He probado esto con conteo y temporizadores. Durante la meditación de atención plena, una respiración corta puede durar tan poco como 3 segundos, y una respiración larga puede durar hasta 30 segundos. Entonces, para un practicante común de mindfulness, ese es un rango bastante extremo de entre 2 y 20 respiraciones por minuto.
Por favor, deja de controlar tu aliento y deja que la Vida te respire. Vivir en la experiencia de respirar la vida es prestar atención y abre la puerta a la vitalidad, la alegría y la paz. Cuando dejamos de controlar, comenzamos a abandonar el miedo crónico que yace bajo control. Cuando ese miedo desaparece, fluimos en esta forma natural de ser. Es maravilloso.
Si no sabes cómo hacerlo, solo observa a un gato sentado quieto. Los gatos son muy buenos en esto, ¡y no cronometran su respiración!
