Al menos desde 1872, La expresión de las emociones en el hombre y los animales, de Charles Darwin, nos lo hemos estado preguntando. Pero Darwin era notablemente clarividente en la función de la expresión. Es para la comunicación, y a menudo es un comunicador más confiable que las palabras:
Los movimientos de expresión en la cara y el cuerpo, cualquiera que sea su origen, en sí mismos son de gran importancia para nuestro bienestar . Sirven como el primer medio de comunicación entre la madre y su bebé; ella sonríe con aprobación y, por lo tanto, alienta a su hijo en el camino correcto, o frunce el ceño desaprobación. Percibimos fácilmente la simpatía en los demás por su expresión; nuestros sufrimientos son así mitigados y nuestros placeres aumentados; y el buen sentimiento mutuo se fortalece así. Los movimientos de expresión dan intensidad y energía a nuestras palabras habladas. Revelan los pensamientos y las intenciones de los demás de manera más verdadera que las palabras, que pueden ser falsificadas. Cualquiera que sea la cantidad de verdad que pueda contener la llamada ciencia de la fisonomía, parece depender, como dijo Haller hace mucho tiempo, de diferentes personas que utilizan de forma frecuente diferentes músculos faciales, de acuerdo con sus disposiciones; el desarrollo de estos músculos tal vez se incrementa así, y las líneas o surcos en la cara, debido a su contracción habitual, se vuelven más profundos y conspicuos. La expresión libre por signos externos de una emoción la intensifica.
… [énfasis mío]
Los teóricos posteriores han refinado el concepto general de que toda comunicación debe necesariamente surgir debido a los efectos que tiene sobre el receptor, más fríamente denominada “manipulación”.
¿Por qué lloramos visiblemente? Porque tiene el efecto de anunciar nuestro estado a otros que estamos sufriendo y, por lo tanto, puede solicitar ayuda que ciertamente sería de mucha importancia para nuestro bienestar.
