No esperes nada de nadie
Ellos no tienen el mismo corazón que tú. No están dispuestos a hacer lo mismo por ti, lo que estás haciendo por ellos. Tan simple es eso. En el momento en que te dices a ti mismo que no esperes nada de nadie, ya no te harían daño. Más bien, comenzarás a darte cuenta de que la felicidad viene de dentro y no de los demás.