El cerebro ve el mundo en algo que a veces se llama “2½D”, es decir, profundidad más 2D.
Los dos ojos envían un par de imágenes 2D al cerebro. A partir de eso, el cerebro construye un modelo 2D + profundidad del campo visual. Lo que vemos no es luz, sino más bien superficies, objetos y estructuras que están dispuestos en 3 espacios con profundidad.
La razón por la que nuestra percepción visual no se llamaría 3D completo se debe a que no podemos ver detrás de los objetos o dentro de sus interiores, por lo que no tenemos acceso completo a la información 3D que tenemos delante. Solo podemos ver aquellas superficies 2D que no están cubiertas (ocluidas) por otra cosa.
También podemos razonar sobre objetos 3D que podemos sostener y manipular en nuestras manos. Sin embargo, desde la perspectiva de nuestro cerebro, se trata de algo que se aproxima a las superficies 2D envueltas alrededor de una esfera con indentaciones y protuberancias. Al rotar el objeto en nuestra mano, solo podemos ver sus superficies visibles. cuanto más complejo es el objeto, más difícil nos resulta razonar sobre lo que estamos viendo.
Los científicos todavía están aprendiendo cómo el cerebro modela y procesa el mundo 3D, por lo que esto es solo una simplificación basada en lo que se conoce.