El dilema ético más difícil para un médico es uno que desafortunadamente ocurre con frecuencia, la decisión de cuándo y cómo detener el tratamiento.
No todas las dolencias o condiciones médicas son reparables. Muchos no lo son. La decisión más difícil de “detener el tratamiento” es cuando el paciente es joven.
A menudo es común tener un acuerdo unánime entre los médicos tratantes y sus familiares de que un hombre de 85 años con enfermedad cardíaca avanzada, diabetes en etapa terminal e insuficiencia renal no debe someterse a una cirugía de revascularización coronaria.
Es mucho más difícil detener el tratamiento en un niño de 35 años, incluso cuando las probabilidades son insuperables para la recuperación.
Nunca olvidaré a un estudiante universitario de 21 años que tenía una arritmia mientras jugaba un juego de baloncesto. El paro cardíaco dio como resultado una función cerebral mínima debido a la falta de oxígeno. Hubo una procesión interminable de miembros de la familia, amigos y compañeros de clase afectados a través de la UCI durante semanas que llevaron meses. Tocaban su música favorita, hablaban constantemente con alguien que siempre estaba al lado de su cama, pero los repetidos EEG no mostraban ningún indicio de mejora. Permaneció en coma y no respondía a los estímulos externos.
Un paciente joven en esa condición puede mantenerse vivo de manera no funcional durante décadas. La decisión de detener el tratamiento en esa situación es agonizante para todos los involucrados, no solo para la familia.
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Intento ponerme en el lugar del paciente. Si tuviera ese terrible problema y un pronóstico devastador, ¿me gustaría que me mantuvieran vivo sabiendo que sería mínimamente funcional?
Para mí, la respuesta es no y tuve una directiva anticipada redactada a una edad relativamente temprana que estipulaba que no quería ventiladores o tubos de alimentación en ese tipo de situación.
Intento tratar y aconsejar a los pacientes porque me gustaría que me traten. Reconozco que estos son mis puntos de vista personales y también que no soy el médico adecuado para todos.
En este tipo de cosas, el punto de vista de todos tiene validez y a veces es muy difícil llegar a un consenso hasta que el tratamiento y el tiempo hagan obvio que la recuperación no ocurrirá.