Aprecio una nota escrita a mano mucho más que cualquier otra cosa de pacientes y familiares, aunque es muy agradable para los pacientes traer galletas, chocolate y bocadillos para mí y para mi personal.
No hace mucho tiempo recibí una nota de un paciente que había tratado hace más de 15 años. Tenía cáncer de mama, cirugía, quimioterapia y radiación. Se había mudado fuera del estado y no había tenido noticias suyas desde su mudanza.
En su nota, ella escribió sobre su primera visita, lo que le conté y lo mucho que la ayudé a comprender lo que necesitaba hacer para mejorar. Luego pegó una foto de su hijo en su boda y otra foto de su familia en la graduación de la universidad de su hija. Y ella me acreditó por llevarla a través de sus tratamientos a esos hitos importantes.
Aunque sé que ella podría haber recibido la misma atención y el mismo resultado de casi cualquier otro especialista en cáncer, esa nota fue muy especial y significó mucho para mí.
Tengo un boletín de notas y tarjetas como esa al lado de mi escritorio. Cuando mi personal me dice que están teniendo un día realmente difícil, los llevo para mirar esas notas y cartas y recordarles por qué están haciendo lo que hacen. Esas notas reflexivas me lo recuerdan también.