Las fibras naturales, como el algodón, absorben la humedad, incluidos los compuestos malolientes producidos por las bacterias, que quedan atrapados dentro de las fibras, donde no pueden alcanzar nuestras narices. Las fibras sintéticas, por otro lado, no absorben la humedad. En cambio, atraen a los aceites. Esto significa que se adhieren a los “suelos grasos” de nuestro sudor que se asientan sobre la superficie de las fibras, a la espera de ser engullidos por las bacterias que producen olores.
Los investigadores de la Universidad de Gante también hicieron un descubrimiento fascinante cuando probaron las fibras de algodón y poliéster que se habían usado para hacer ejercicio. Lo que el profesor Nico Boon, el Dr. Chris Callewaert y sus colegas descubrieron fue que una bacteria especialmente maloliente llamada Micrococcus crecía en abundancia en fibras sintéticas, pero no disfrutaba de vivir en algodón o en la piel.
Así que la próxima vez que notes ropa de poliéster particularmente penetrante en tu bolsa de gimnasia, puedes liberarte del anzuelo; en cambio, los culpables parecen ser las fibras sintéticas mismas que proporcionan el tipo de entorno en el que pueden prosperar las bacterias malolientes.
Cotton es tu respuesta.
Sigue aprendiendo 🙂