¿Cómo desarrollan las células musculares la fuerza mecánica?

La fuerza contráctil es probablemente la más fácil de explicar, así que la usaré como ejemplo (pero tenga en cuenta que existen múltiples estrategias diferentes utilizadas en diferentes tipos de células musculares). Las fibras musculares contráctiles (como, por ejemplo, las que forman el bíceps) tienen tres componentes principales: actina, miosina y un grupo de proteínas que se ensamblan en andamios que no se mueven. La actina es un polímero largo y delgado que forma filamentos. La miosina es lo que se llama una proteína motora, que consume energía almacenada (en forma de ATP) para impulsar un cambio en su forma. La miosina “relajada” es alargada, mientras que la miosina “contraída” se dobla bastante bruscamente.

Una parte específica de la miosina (la “cabeza”) es capaz de adherirse a los filamentos de actina. Si la cabeza de la miosina se une a la actina cuando se contrae la miosina, la miosina tira de la actina junto con ella. Debido a que los filamentos de miosina y actina están inmovilizados (y dispuestos de tal manera que toda la fuerza ocurre a lo largo del mismo eje), esto provoca que la fibra muscular se contraiga y genere así fuerza.

Controlamos nuestros músculos a través de neuronas motoras que conectan nuestro cerebro con nuestros músculos. Cuando una de estas neuronas se activa, causa una liberación de iones de calcio en la fibra muscular. En ausencia de calcio, la miosina se bloquea para que no se adhiera a la actina por una proteína llamada tropomiosina, que se envuelve alrededor de la actina y bloquea la miosina. Cuando el calcio está presente, la tropomiosina se mueve fuera del camino y permite que la interacción actina-miosina genere fuerza.