Un poco de conocimiento es algo peligroso, como mi Gran solía decir.
De muchas maneras, eso resume de manera acertada lo que nosotros, en el Departamento de Emergencia, pensamos cuando un paciente aparece a la vista agarrando un fajo de papeles que enumeran un resumen de sus síntomas y el diagnóstico alcanzado.
Uno puede tipear en el cuadro de búsqueda un síntoma relativamente inocuo y presentar el peor de los casos.
Toma dolor de cabeza, por ejemplo. Muchos de nuestros pacientes asumen lo peor. Es un rasgo humano común. Por lo tanto, en lugar de buscar el “dolor de cabeza” como una persona independiente, buscarán un “tumor cerebral”, y luego será mucho más fácil conectar sus otros síntomas en ese diagnóstico.
Como especie, a menudo asumimos lo peor, Internet nos permite hacer eso.
Recuerdo con gran alegría al hombre de mediana edad que ingresó al departamento una mañana convencido de que tenía Ebola (fiebre hemorrágica del Ébola)
Había llegado a este sorprendente diagnóstico al buscar en Google sus síntomas, clásicamente virales por naturaleza. Estaba convencido de que moriría. Nunca había viajado fuera del Reino Unido, de hecho, estoy convencido de que nunca abandonó los confines de la ciudad donde vivía. Internet le había dado este conocimiento.
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O estaba el paciente que asistió con dolor abdominal. ” Estaba leyendo en Internet y mis síntomas son como un quiste ovárico roto”.
De hecho, pueden haber sido si el paciente en cuestión hubiera sido una mujer en lugar de un hombre.
Para que no dé la impresión de que creo que la capacidad de obtener conocimiento es algo malo, yo no. De ningún modo. Hay muchas instancias en las que el paciente llega a la conclusión correcta después de una búsqueda en Google.
Y, por supuesto, también somos ellos. A mí y al Dr. Dan se nos presentó un dilema diagnóstico después de eliminar una especie de “criatura” del “fondo” de una mujer joven que había viajado por el mundo. (Lombriz intestinal)
Una búsqueda rápida en Google reveló al culpable, obviamente después de que el Dr. Dan se hubiera desmayado y vomitara, y nuestras opciones de tratamiento se volvieron claras.
Podemos irritarnos un poco cuando un paciente o su familia llegan diciéndonos qué les pasa y qué investigaciones debemos hacer. Particularmente cuando esas investigaciones son raras, extrañas o francamente costosas.
Hay una gran diferencia entre la información escrita por los médicos y los diagnosticadores, y la escrita por alguien que no es ninguno de los dos.
Internet puede ser una herramienta útil, pero la capacidad de buscar un diagnóstico significativo puede ser más difícil.