Hace unos años, leí acerca de la investigación que se realizó en dos grupos de pacientes con cáncer. Un grupo recibía oraciones regulares de un grupo de voluntarios, el otro grupo no. ¡Ninguno de los grupos sabía sobre la oración! Supuestamente, el grupo al que se oró experimentó menos dolor y menos complicaciones. (No sé cuán confiable es la fuente, pero creo que esto es posible).
Cuando se trata de eso, el pensamiento fue la causa principal para que estas personas se sintieran mejor. Si crees que se sintieron mejor porque Dios intervino o porque un grupo de personas enfocó sus pensamientos y atención en el bienestar de los demás: fueron sus pensamientos lo que lo hicieron.
Además de esta investigación: piense en lo contrario.
¿Cuántas personas tienen dolencias físicas (reflujo ácido, problemas de digestión, trastornos del sueño, etc.) debido al estrés? ¿El estrés no es solo una forma de pensar sobre tu situación, sobre la vida? Entonces aquí tienes una correlación directa entre la forma en que piensas (por ejemplo, “Odio mi trabajo”) y tus órganos respondiendo.
No tengo pruebas de nada de esto, pero sí creo que nuestras mentes tienen mucho más poder del que la ciencia está dispuesta a admitir en este momento.