¿Cuáles son las formas en que los humanos dependen de los procariotas?

La especie humana no podría existir sin procariotas. Todo comenzó hace miles de millones de años cuando nuestro antepasado eucariótico ingirió anquilostoma procariota aeróbico. En ese momento, los eucariontes tenían mecanismos metabólicos muy primitivos y dependían exclusivamente de la fermentación anaeróbica para la producción de energía, que no es eficiente.

Una vez que nuestro antepasado ingirió el procariota antiguo, nunca digerimos completamente las bacterias y, a través del proceso de endosimbiosis, las dos especies aprendieron a vivir como un solo ser. El eucariota más grande digeriría los alimentos y las bacterias generarían grandes cantidades de energía para los eucariotas al descomponerlo en un grado aún menor. Por ejemplo, la glucosa se descompone en 2 piruvatos dentro del citosol para producir 2 atp. Esos piruvatos se transportan a las mitocondrias donde se oxidan aún más en acetil coa y pasan por el ciclo de Krebs para producir electrones que eventualmente producirán atp en las mitocondrias a través de la fosforilación oxidativa. Sin endosimbiosis, los humanos solo podrían generar energía a través de la glucólisis y no podrían sostener todos nuestros procesos celulares avanzados.

La evidencia ha demostrado que las mitocondrias y los cloroplastos se han sumergido de esta manera.

Además, la flora de su intestino tiene miles de millones de células bacterianas que nos ayudan a digerir los alimentos y a vivir nuestra vida cotidiana.

Los humanos confían tanto en los procariotas. Las bacterias que viven en nuestras entrañas nos ayudan a digerir nuestra comida. La ingeniería genética utiliza bacterias como vectores para el gen de intereses. Usamos bacterias para desarrollar medicinas como insulina, etc.