Duele porque eres un primado social.
La evolución forjó a nuestra especie para tener instintos fuertes orientados hacia el comportamiento tribal. Somos animales de carga, como perros. ¿Alguna vez has visto las orejas de un perro animarse cuando pasa otro perro?
Su cerebro está amañado para preocuparse profundamente por las opiniones de los demás, incluso de los extraños. Entonces, naturalmente, te preocupas por alguien con quien te hayas relacionado.
Hace años, en un programa de radio, escuché a alguien contar una historia sobre estar de pie en la plataforma de un metro. Lejos de él, al final de la plataforma, un loco estaba acercándose a la gente, uno por uno, y diciendo “Estás adentro” o “Estás fuera”. El narrador no tenía idea de qué era “en” o “en” “quiso decir”, pero por el tono de voz del tipo loco, estaba claro que era bueno y que estaba mal.
A medida que el caso de la nuez se acercaba cada vez más, el narrador se dio cuenta de que estaría “fuera”. Sabía que era algo estúpido de lo que preocuparse, pero no podía evitarlo.
Cuando el tipo loco finalmente lo alcanzó, miró al narrador arriba y abajo, hizo una pausa por un momento y dijo: “Está bien. Estas en.”
¿Por qué no estoy enojado o herido cuando mi ex comenzó a ver a otra chica?
El narrador sintió ondas de alivio sobre él.
Eso es lo que significa ser humano.
El procesamiento social es tan importante para nosotros que incluso hay evidencia -de dispositivos de escaneo cerebral- de que nuestras mentes reflexionan sobre los datos sociales incluso cuando están “en reposo”, cuando estamos fuera de lugar, aparentemente sin pensar en nada. Incluso entonces, los centros de procesamiento social de nuestro cerebro se iluminan.
Además de todo eso, nos clasificamos en función de nuestra capacidad para atraer compañeros, ya sea que deseamos tener pareja o no. Y creemos (a menudo correctamente) que otros nos clasifican según el mismo criterio.
Eso también tiene una base sólida en la evolución. Los organismos con bajo deseo sexual no tienden a reproducirse, y dado que no tienen hijos, no transmiten sus bajos impulsos sexuales a las siguientes generaciones. Eres el descendiente de seres que se preocuparon profundamente por aparearse y atraer parejas, y has heredado esos instintos de ellos.