El oxígeno que respiramos se usa principalmente para oxidar azúcares y ácidos grasos, así como también ácido láctico en nuestras mitocondrias. Estas oxidaciones liberan energía que convertimos en energía química (ATP) a través de procesos enzimáticos.
Ahora el otro aspecto:
Nuestros pulmones son la puerta de difusión de gases entre nosotros y nuestro entorno atmosférico. La mezcla gaseosa en nuestros pulmones tiene una cierta composición que está siendo cambiada cada segundo por la sangre, que deposita dióxido de carbono y absorbe oxígeno. Para reponer el oxígeno y exhalar el dióxido de carbono (¡ambos procesos son vitales!), Debemos intercambiar el aire en nuestros pulmones.
La razón por la que se debe agregar oxígeno es clara, supongo. ¿Pero por qué es necesario deshacerse del dióxido de carbono (aparte de las limitaciones de volumen)?
Si la presión parcial de CO2 en los pulmones es más alta que la de la sangre, la sangre no podrá depositar ningún CO2, y la retención hará que la sangre se vuelva cada vez más ácida debido a la acumulación de HCO3. Como el pH tiene que estar estrictamente regulado, el exceso de ácido nos matará rápidamente.
Además, necesitamos respirar porque nuestra piel no ofrece suficiente superficie para intercambiar todos los gases necesarios con nuestro entorno.