Sí. El cuerpo tiene varios tipos de macrófagos (una palabra que se traduce como “grandes comedores”) cuyo trabajo, entre otros, es “comer” células del cuerpo que ya no son necesarias, como los glóbulos blancos que han muerto en la línea de batalla contra bacterias.
Muchas células también se “comen” (digieren) ellas mismas, ya sea cuando hacen su trabajo o cuando reciben estimulación patológica para hacerlo. La autoalimentación de las células se llama autofagia y es una parte muy necesaria para mantener la salud del cuerpo. Por ejemplo, en el embarazo a término, el útero de una mujer pesa alrededor de 900 gramos (sin contar su contenido); después de dar a luz, se reduce a unos 60 gramos a través de la autofagia.
Las células también se destruyen y se degradan en un proceso llamado apoptosis, o muerte celular programada a veces; Hablando en términos generales, es un suicidio celular. Las células moribundas no se rompen, sino que son engullidas y digeridas por los macrófagos. Por ejemplo, cuando tiene 8 semanas de gestación y acaba de pasar del embrión al feto, sus manos y pies son estructuras parecidas a una paleta. Sus dedos de las manos y de los pies se separan luego uno del otro por medio de la apoptosis de las celdas entre ellos.