El apéndice es algo que no es lo suficientemente dañino para seleccionar contra. Podemos prescindir de él, pero el tipo de cambios genéticos que serían necesarios para hacerlo desaparecer o no producirse en primer lugar podría ser perjudicial para el desarrollo de otra cosa.
Uno podría considerar el apéndice como un atavismo, algo que podría tener poco uso para nosotros, pero tenemos una herencia evolutiva de mamíferos primitivos, algunos de los cuales tienen estructuras importantes de sus sistemas digestivo e inmunológico que son de alguna manera análogas en posición a nuestro apéndice. Hemos conservado los genes, pero se han modificado lo suficiente como para reducir esa estructura en particular, pero eso es todo, no podemos hacer que desaparezca. Hay mucha especulación, pero nada definitivo.
Otra especulación es que el apéndice es un repositorio de muestras de la microflora del intestino grueso. Si la diarrea despobla a las bacterias en el intestino grueso, el apéndice podría servir como reserva para repoblar el intestino grueso.
La primera lección sobre la evolución es que no es teleológica, es decir, no hay un objetivo específico. Tenemos nuestra herencia de antepasados comunes y algunos de esos antepasados tenían una necesidad crítica de algo así como el apéndice. Simplemente no podemos deshacernos de ese patrimonio, solo podemos modificarlo cuando sea menos útil para la forma en que comemos.