No podemos.
Si nos preocupamos por alguien, colocamos insolentemente nuestras frágiles emociones en manos de otro. ¿No nos enseñaron a cuidar nuestras posesiones más preciadas?
Nuestros sentimientos parecen ser la excepción.
Es como pedirle a un gigante terriblemente torpe que maneje con cuidado un corazón de vidrio. Y eso es lo que todos somos. Gigantes torpes, con corazones de cristal gigantes.
Significa que cometemos errores, pero demuestra que solo somos humanos. Es lo que nos hace verternos en nuestras relaciones más preciadas, a veces sin saber el riesgo total de lastimarse.
A veces subestimamos cuánto daño nos podemos hacer. Cuán agrietados se vuelven los corazones de cristal. Destrozado, incluso.
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¿Pueden las parejas con diferentes grupos de sangre casarse?
¿Qué hago cuando un chico continuamente me degrada y me lastima emocionalmente?
¿Alguna vez te suplicaste de rodillas que alguien no te deje?
Es la frase, “Él es más alto que yo, pero más bajo”, ¿correcto?
Es una parte de la vida.
La única diferencia es que nuestros corazones de vidrio pueden sanar con el tiempo. Nosotros, como seres humanos, a pesar de ser innegablemente frágiles, destrozados por nuestro pasado y aparentemente irreconocibles, continuamos poniendo nuestros corazones en manos de gigantes en un testimonio de lo increíblemente resilientes que somos.
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