Hubo un día hace muchos años cuando un hombre fue llevado al departamento con heridas de arma blanca autoinfligidas después de asesinar a su esposa.
Su esposa era doctora. Ella era mi colega, ella trabajaba en ese departamento.
Estoy tan contento de no haber estado en turno ese día. Fue lo suficientemente traumatizante que sucedió, el cuidado de él lo habría hecho mil veces peor. Pero obtuvo el tratamiento adecuado y fue trasladado a otro hospital.
Hace más de 15 años, un conductor ebrio sin seguro condujo por el camino equivocado por la autopista hacia un automóvil que contenía a dos médicos jóvenes que habían estado casados por 3 semanas y que volvían del servicio de villancicos. Ambos fueron asesinados.
Sus colegas cuidaron al hombre en la UCI y en las salas mientras se recuperaba de sus heridas.
Diría que muchos de ellos dudaron, pero continuaron con el trabajo. Dudar es normal y humano. Superar esa indecisión es posiblemente sobrehumano en algunas situaciones.