Los mejores regalos son inesperados y vienen del corazón. A veces no te das cuenta de la diferencia que has hecho, porque sientes que simplemente hiciste tu trabajo.
Yo era un médico de urgencias en el país de Australia y un viernes por la tarde, un médico de familia envió a un niño de 7 años de edad por amigdalitis. Simplemente no podía tragar antibióticos orales y por eso le dijeron a la familia que necesitaba medicamentos y líquidos por vía intravenosa.
El pequeño estaba un poco lloroso sobre la posibilidad de una aguja y quedarse en el hospital. Hice lo habitual de ponerme en el suelo a su nivel, preguntarle qué estaba pasando y confirmarle que era valiente en una situación difícil. Le pregunté qué podría hacer habitualmente con su familia para hacerlo sentir feliz los fines de semana y habló sobre jugar al fútbol y ver dibujos animados. Así que le pedí a la enfermera que tomara un helado y hablamos sobre Monsters Inc.
Se las arregló para comer el bloque de hielo con facilidad mientras charlábamos, así que le pedí la medicación líquida y le dije: “Oye, ¿por qué no le das esto ahora?”. Se lo bebió, con un analgésico y antiinflamatorio, y lo mantuvimos por un tiempo para calmarnos y jugar con nuestros juguetes. Él no se enfermó, así que les mostré a los padres la forma de administrar los medicamentos. Se fue a su casa y no pensé más al respecto.
El lunes me llamaron para ver a un visitante, era el niño y su papá. Papá dijo: “Queríamos ir a verte para decirte algo” … Y el niño me dio un regalo envuelto y dijo: “Gracias por ayudarme a permanecer fuera del hospital”. Luego abrí el regalo y fue una mano enmarcada – fotografía del carácter verde mandón de Monsters Inc, fue tan reflexivo y dulce que fue mi turno de llorar.
Y ese es el momento más especial de mi carrera en el cuidado de niños en situaciones de emergencia. Nos preocupamos mucho y cuando alguien lo reconoce puede atravesar el exterior profesional y tocarnos recordándonos la verdadera razón por la que hacemos el trabajo.