¿Se eleva la temperatura de nuestro cuerpo cuando estamos enojados?

Sí lo hace, junto con el aumento de la presión sanguínea y la liberación de hormonas del estrés. La ira prolongada puede debilitar el sistema inmunitario, reduciendo así nuestra capacidad para combatir la inflamación. Causa la restricción de los capilares y acelera la enfermedad cardiovascular.

Aprender cómo reducir el enojo y usarlo para un cambio positivo puede ser una serie de experiencias que cambian la vida. Quédese con eso: administre su ira de manera constructiva.