La respiración siempre es catabólica. Consiste en un conjunto cerrado de reacciones, conocido como el Ciclo de Krebs, que tiene lugar en las mitocondrias, que viven dentro de las células. Descompone moléculas grandes, como azúcares, proteínas o grasas, en moléculas más pequeñas, como agua y CO2, mientras convierte el ADP en ATP, que es la moneda energética de las células.
Los procesos anabólicos sintetizan moléculas pequeñas en moléculas más grandes, como las enzimas. Estos procesos se originan en los núcleos de las células, donde se aloja el ADN requerido.