El agua en sí no es capaz de limpiar su rostro adecuadamente, ya que no puede reducir la tensión superficial de sí mismo u otros líquidos en los que las bacterias se adhieren a su cara. Los surfactantes por otro lado son capaces de reducir la tensión superficial (o tensión interfacial) entre dos líquidos o entre un líquido y un sólido (bacteria). Los tensioactivos pueden actuar como detergentes, agentes humectantes, emulsionantes, agentes espumantes y dispersantes.
Los surfactantes funcionan rompiendo la interfaz entre el agua y los aceites y / o la suciedad. También retienen estos aceites y suciedad en suspensión, y permiten su eliminación. Pueden actuar de esta manera porque contienen un grupo hidrófilo (amante del agua), como un anión ácido y un grupo hidrofóbico (que odia el agua), como una cadena de alquilo. Las moléculas de agua tienden a congregarse cerca de la primera y las moléculas del material insoluble en agua se congregan cerca de la última.
Los jabones fueron los surfactantes más antiguos y se obtuvieron a partir de grasas que se conocen como glicéridos, porque son ésteres formados por el alcohol trihídrico, propano-1,2,3-triol (glicerol), con ácidos carboxílicos de cadena larga (ácidos grasos). Los glicéridos se hidrolizan calentando con solución de hidróxido de sodio para formar jabones, las sales de sodio de los ácidos y propano-1,2,3-triol. El proceso se conoce como saponificación.