No se mencionó ningún punto específico en la evolución, así que pasaré de “homínido primitivo” a ser humano moderno (con inevitables omisiones del lego): nuestros cráneos muestran un gran cambio con nuestras mandíbulas y dientes cada vez más pequeños y moviéndose “hacia atrás” para que sea más común tener nuestras barbillas directamente debajo de nuestras fosas nasales. Nuestra caja del cerebro se había redondeado y se había vuelto en forma de domo y formaba un interior de mayor volumen. Nuestros brazos y dedos se han acortado significativamente mientras que nuestras piernas se han alargado con la reorientación de nuestra pelvis para permitir una postura vertical continua y caminar.
Nuestros parientes de simios grandes tienen músculos que son más del doble de poderosos que los nuestros. Nuestro tiempo de reacción se ha desacelerado no por defecto, sino porque nuestro cerebro se ha hecho cargo de los procesos de “acción ejecutiva”. Probablemente sea seguro asumir que estas diferencias también se aplicaron a nosotros versus formas ancestrales.
