El draco rayado antártico tiene sangre incolora sin glóbulos rojos y sin hemoglobina, el pigmento transportador de oxígeno.
Esto probablemente se deba a una mutación genética, y significa que su sangre lleva un 90 por ciento menos de oxígeno que la sangre roja. Sobreviven en parte porque las gélidas aguas antárticas son ricas en oxígeno. El draco rayado también tiene corazones enormes que bombean enormes volúmenes de sangre alrededor de sus cuerpos,
asegurándose de que reciban suficiente oxígeno. El anticongelante en la sangre les impide congelarse (el salado Océano Austral baja a -2 ° C) pero, como están tan bien adaptados al frío, su futuro en un mundo en calentamiento sigue siendo incierto.