Una boca sana es un ecosistema diverso de más de 700 tipos diferentes de bacterias. La mayoría de esas bacterias viven en grietas gingivales, el espacio entre los dientes y las encías. Las bacterias que están especializadas para sobrevivir en la boca han evolucionado para adherirse fuertemente a las encías y las superficies de los dientes y, como resultado, pueden ser difíciles de eliminar.
La placa dental es un material que se adhiere a los dientes y se forma a partir de células bacterianas y productos bacterianos extracelulares. La placa se forma cuando las biopelículas, grupos de células bacterianas que se unen, pueden desarrollarse en la boca. La acumulación puede reducirse al mínimo practicando una higiene oral regular que incluya el cepillado y el uso del hilo dental. Todavía puede producirse cierta acumulación y se elimina profesionalmente durante los controles de 6 meses.
En un cuerpo humano saludable, el sistema inmune mantiene los tejidos internos libres de microorganismos, sin embargo, su cavidad oral está regularmente expuesta a nuevas fuentes de bacterias y requiere una limpieza regular. Las bacterias residen en el tracto gastrointestinal, la saliva, las encías, las capas profundas de la piel e incluso pueden introducirse a través de los alimentos que ingiere. La mayoría de las bacterias se alimentan de los azúcares que se quedan después de comer, que es una de las razones por las que se debe reducir al mínimo el consumo de alimentos azucarados. El equilibrio de la microflora oral refleja directamente la salud y la dieta de una persona en general.
Mantener las biopelículas bajo control no solo es importante para reducir la placa sino también la salud bucal en general. La falta de práctica de buenos hábitos de higiene oral puede dar lugar a numerosas enfermedades orales, incluidas las enfermedades periodontales (que afectan las encías y los tejidos que sostienen los dientes) y la caries (caries).
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