De la misma manera que lo hace el aprendizaje. Callan la actividad que impide el pensamiento concentrado, permitiendo que la persona que los toma forme conexiones neuronales más fuertes. Al igual que con otras plasticidades inducidas por el aprendizaje, se usa o se pierde. Las personas que pueden seguir usando las estrategias que aprendieron mientras toman medicamentos a veces pueden suspender los medicamentos sin volver a deslizarse por la funcionalidad de nivel no medicado, pero esto depende de la gravedad de su TDAH.
Los estimulantes no destruyen las neuronas, por lo que no dañan el cerebro. El efecto negativo de detenerlos proviene de un retorno a los patrones químicos y eléctricos previos. Es como quitarse las gafas. Es posible que pueda realizar ciertas actividades sin ellos, pero no necesariamente ha mejorado su vista.
Los medicamentos funcionan mientras los toma, y salen de su torrente sanguíneo rápidamente. Cuanto más tiempo permanezca un medicamento en su sistema, mayor será el efecto a largo plazo que tendrá: los antidepresivos, por ejemplo, alteran sus funciones sinápticas de tal forma que es necesario descontinuarlas aún más lentamente que aclimatarse a ellas. Aún así, no destruyen esas sinapsis, por lo que un regreso a la línea de base es casi inevitable.
Ese regreso a la línea de base es una buena medida de cómo los medicamentos afectan el desarrollo del cerebro. Detenga los estimulantes y vuelva a ser impulsivo, inatento e hiperactivo, y esa es una buena evidencia de que no han producido un cambio permanente.