Biológicamente no. Hemos logrado enormes avances en la comprensión del cuerpo humano biológico y sus patógenos.
Psicológicamente sí. La mente humana es la última frontera. La única forma en que podemos razonablemente simplificarlo es verlo a través de sistemas de valores.
Nuestra existencia y nuestro universo mental están impulsados por factores que nosotros, como individuos, heredamos a través del conjunto de genes, como realzado por nuestras experiencias en la vida.
En resumen, estamos más en paz cuando estamos en sintonía con el sistema de valores personales que ha evolucionado como resultado de los factores anteriores y cuando se nos permite perseguir nuestros valores en nuestros esfuerzos personales y profesionales.
Si no podemos lograr esa armonía, buscaremos el cambio.
El intelecto humano es un esfuerzo siempre inquieto y luchamos por evolucionar en otros aspectos lo suficientemente rápido como para adaptarnos a nuestra tecnología. La fisiología humana no ha evolucionado para adaptarse al ritmo en el que vivimos hoy. Somos propensos al sobrepeso, trastornos mentales y muchas otras debilidades como resultado.
¿Cuántos cromosomas tenían los dioses antiguos?
¿Habrá algún problema con primos hermanos que tengan un grupo sanguíneo positivo para casarse?
¿Por qué la temperatura de nuestro cuerpo es más baja por la mañana y más alta por la tarde?
¿Por qué el glucagón estimula la secreción de la hormona del crecimiento?
Somos criaturas sensibles y vulnerables, diseñadas de formas complejas y muy diversas. El ritmo de la vida en estos días requiere el cultivo de la gestión de las expectativas y todos deben desarrollar su propia forma única de ese arte.