Ser intimidado afecta su percepción de la vida. Su propio mecanismo de defensa socava sus sentimientos y pensamientos a fin de preservar su propia autoestima. Comienzas a racionalizar y justificar las situaciones en las que fuiste intimidado y eso cambia tu forma de ver y vivir la vida.
Desafortunadamente eso no se puede deshacer. Al igual que cuando tienes un corte profundo o pierdes una extremidad, se queda contigo para siempre.
Lo que es imprescindible que haga ahora, aunque no sé cuántos años tiene, es evitar cualquier situación que lo lleve a ser intimidado. Mientras tanto, trata de entender por qué te intimidan (o te intimidaron) y, si descubres que hay algo que puedes cambiar, hazlo. Si tienes miedo a la confrontación física, aprende a pelear. Únete a un gimnasio, ponte fuerte, aprende un arte marcial. Aprende a pelear para que sepas si realmente lo necesitas, puedes defenderte (por favor, no pelear, podría terminar mal). El objetivo es convencer a tu cerebro de que puedes dar un golpe y puedes lanzar uno. Todo lo que necesitas es saber que puedes.
Encuentra un círculo social. Déjame reformular: encuentra un buen círculo social. Métete en autos, bicicletas o pistolas, cualquier cosa que la gente considere genial. Solo encuentra a alguien que piense que es genial y actúa como él al principio hasta que desarrolles tu propia personalidad. Tener un grupo de amigos te da fuerza.
No puedes cambiar el pasado. Si has perdido una pierna, la has perdido, pero aún puedes adaptarte e incluso puedes aprender a correr más rápido que otras.
Hagas lo que hagas: no intimides a nadie más. Sé que te sentirás tentado y que probablemente intimidarás a alguien más, pero lo reconocerás y dejarás de hacerlo.