Ambos. Nunca es bueno negarse a mirar la verdad. Si rechazas la verdad cuando la encuentras, te vuelves inaplicable y así comienzas a colocarte más allá del alcance de los demás. Esto es algo triste
Sin embargo, una vez que se ha visto la verdad, la pregunta es: ¿qué puedes hacer al respecto? Si la respuesta es nada y la verdad es algo que te duele comprender, entonces es mejor cerrar los ojos, al menos temporalmente. Por ejemplo, hay literalmente millones de personas que sufren en todo el planeta en este mismo momento. Si me abro a esta verdad y me dejo sentir, me quedo paralizado, incapaz de actuar en absoluto debido a lo triste y deprimido que me siento porque me odio a mí mismo por no ser capaz de arreglarlo. Esta no es una actitud útil. Tengo que cegarme voluntariamente al mayor sufrimiento en el mundo para poder funcionar, y solo dejarme ver el sufrimiento que puedo hacer para aliviarlo. ¿Esto es saludable o correcto? No lo sé. Sospecho que sería una mejor persona si pudiera hacer más por los demás, pero no puedo permitir que mi incapacidad para hacerlo me detenga. Es un enigma interesante.
En cosas pequeñas, sin embargo, es mejor saber la verdad. Me he estado abriendo y confesando mis miedos a mi familia como parte de mi proceso de recuperación de la depresión. Encontré una gran sensación de alivio al descubrir que lo que temía no era real. Mi temor a que me dolieran al exponer lo culpable que me sentía por no haberlos ayudado y por haber contribuido a su dolor me estaba cegando ante la realidad. Hasta ahora, la realidad que estoy descubriendo es que no me culpan y, de hecho, se preocupan por mí. La verdad es mucho mejor que negarse a mirar.
Espero que esto te ayude a tomar tus propias decisiones en la vida.