Solo imagínense … Estás en la cocina, preparando la cena y de repente sientes una mano que acaricia suavemente tu brazo izquierdo. Usted reconoce el olor, la presencia, el tacto. Sabes que es él. Sonríes, cierras los ojos, respira hondo e inclinas levemente la cabeza hacia la izquierda.
En ese momento, todo es perfecto. Tu cuerpo se siente entumecido y súper sensible al mismo tiempo. Puedes sentir su mano derecha, cepillando tu cabello hacia la izquierda, tocando ligeramente y revelando tu cuello. Tú exhalas. Sus dos manos ahora están sobre tus hombros y, mientras susurra las palabras que te extrañé en el oído, puedes sentir cómo se despiertan, las mariposas.
Puedes sentir sus labios en tu cuello. No hay besos todavía, pero las mariposas están empezando a volverse locas. Sin perder contacto con su piel, sus labios se deslizan hasta un punto justo por encima de su hombro. Él se demora. Te estás volviendo loco como esas mariposas. Él te besa. Las mariposas están tratando de escapar, tu cabeza se está sintiendo ligera y todo lo que deseas es para esta segunda para siempre.
¿Qué más razón necesitamos? 🙂