La comida después de la digestión se absorbe en la sangre. A través de nuestro sistema circulatorio, la comida digerida del intestino delgado y el oxígeno de los pulmones se distribuyen por todo el cuerpo. A nivel celular, los alimentos digeridos en forma de azúcar se oxidan para producir la energía requerida. Esto también se usa para la reparación y el reemplazo de células donde sea necesario y también para el desarrollo de nuevos tejidos.
Parte de este alimento digerido llega al hígado donde se resintetiza en las moléculas requeridas. El exceso de comida, en su caso, se convierte en grasa y se deposita en varias partes del cuerpo para su uso futuro.