Un corazón humano no puede explotar por sí mismo. Para hacerlo, seguramente necesitaría someterse a una presión sanguínea suficiente para descomponerse y explotar.
En realidad, esto no es posible ya que la frecuencia cardíaca, la presión arterial, etc. están reguladas por diferentes vías de señalización (gracias a nuestro sistema nervioso central y periférico) que evitan la más mínima variación que pueda causar daños al sistema cardiovascular.
Por supuesto, estas protecciones pueden fallar, pero solo da como resultado abrasiones que pueden convertirse en heridas internas y así crear una hemorragia, que es menos espectacular que un corazón en explosión, ¡pero sigue siendo muy malo!
