Debo señalar desde el principio que ahora estoy jubilado después de una carrera de 35 años como Cirujano General. En resumen, me encantó mi vida como cirujano practicante. Fue emocionante y exigente al mismo tiempo, pero qué carrera no es. Solo me fui porque tuve una pérdida de visión por glaucoma que me hizo preocuparme por la seguridad de mis pacientes. Intenté administrar por un tiempo, pero fue un mal ajuste.
No ingresé a la medicina por dinero, sino por la capacidad de aplicar la ciencia de una manera práctica. Me he dedicado a aprender toda mi vida y he encontrado algo todos los días en mi trabajo que podría emocionarme. Incluso el ‘caso de rutina’ fue una prisa porque sabía que lo había hecho de manera rápida, precisa y eficiente. El paciente se iría a casa, se recuperaría y reanudaría su vida sin una enfermedad que pudiera matarlos. Los casos más difíciles fueron los mismos pero proporcionaron más oportunidades de aprendizaje. La oportunidad de interactuar con colegas de otras especialidades mejoró estos sentimientos también.
Creo que nuestro sistema actual es totalmente contrario a la práctica feliz y satisfactoria de la medicina. La intervención de las compañías de seguros y el lucro de las compañías farmacéuticas y de instrumentos ha llevado a un cinismo y una amargura extremos. No sé dónde terminaremos en los debates sobre el cuidado de la salud: creo que la atención médica es un derecho y sin duda es necesaria. Con suerte, podemos emerger con un mecanismo que alentará a todos a seguir su práctica con emoción y alegría.