No son vistos como “feos y repugnantes”. La evidencia empírica, de hecho, sugiere lo contrario (ver La paradoja de la masculinidad: la masculinidad facial y la barba interactúan para determinar las valoraciones de las mujeres sobre el atractivo facial de los hombres).
Por otro lado, ser excesivamente peludo puede invocar un mecanismo de disgusto. El razonamiento es el mismo que hace cientos de miles de años: ser lampiño es muy ventajoso para los humanos bípedos y delgados para (1) fines de termorregulación y (2) prevención de parásitos (ver un mono desnudo tendría menos parásitos y una teoría social termorregulación en primates humanos). Aquellas mujeres y hombres que descubrieron que la falta de cabello era atractiva o aceptable habrían sobrevivido, mientras que aquellos que no la habrían muerto.