Hay una gran diferencia entre el tipo de conocimiento instintivo que describes y, en realidad, saber cómo funciona algo.
Por ejemplo, siempre he sabido cómo respirar. No necesitaba sentarme en una clase y ser instruido, mi cuerpo simplemente lo hace, ni siquiera tengo que pensar en eso.
¿Pero qué sucede cuando ese proceso sale mal? Si no tuviera conocimiento de lo que implica la respiración, estaría a merced de cualquier dios en el que creyera. Sin embargo, si supiera qué es la respiración, podría diagnosticarme a mí mismo y, con un poco de suerte, arreglar lo que me aqueja. También puedo, por ejemplo, entender por qué respirar humo no es bueno para mí y evitar situaciones como esa. Si nunca aprendí qué es realmente la respiración, todo eso me sería desconocido.
De hecho, si tuviéramos que simplemente sentarnos y dar por sentado que todos nuestros cuerpos lo hacen por nosotros, no existiría la medicina moderna. No comprenderíamos qué nos enferma ni por qué nuestro cuerpo podría sentirse de cierta manera. Somos criaturas imperfectas, y la única forma de combatir esa imperfección heredada es aprender cómo funcionamos en un nivel básico.