Sí lo es.
Si las comunidades Blancas en los Estados Unidos se hubieran inundado de crack en la década de 1980 cuando la variante de la cocaína (no es su propia droga) hubiera estado disponible, hubiera habido una gran cantidad de cosas similares a lo que vemos ahora con la epidemia de opiáceos . Sin embargo, dado que los usuarios negros y latinos fueron los principales clientes al principio, se consideró tanto un aumento en la actividad criminal como un signo de los “fallos morales” dentro de esas comunidades.
En otras palabras … los negros y los latinos carecían de la fuerza moral de carácter para que las drogas no sean un problema en sus vecindarios.
Hasta que los blancos comenzaron a comprar crack.
Entonces fue un PROBLEMA.
Si el problema de los opiáceos de hoy solo afectara a las comunidades de color, no serían las noticias de primera página lo que son. Y ciertamente no se enmarcaría como personas que tienen “adicciones debido a problemas médicos” o que están “deprimidas por su pérdida de estatus socioeconómico”. Hubo incluso informes de noticias a principios de 2016, que detallaban cómo los estadounidenses blancos se estaban muriendo más jóvenes y a mayor tasas que antes, incluso es bien sabido que las minorías tienen una menor esperanza de vida que los blancos. De nuevo, la adicción en este caso fue una “enfermedad”, y no las acciones de desviados criminales.
¿Voy a sentarme aquí y afirmar que la CIA derramó crack en las comunidades minoritarias pobres para destruir a sus líderes y dejar a esas comunidades indefensas?
Ahhh … No.
La mayoría de los usuarios de drogas son adultos que toman la decisión consciente de usarlos. Lo que no esperan (o probablemente no les importe hasta que sea demasiado tarde) es que fácilmente podrían volverse adictos a esas drogas y eso podría afectar negativamente sus vidas. No fueron atraídos; tomaron una decisión (u opciones) y fueron malas.
Una vez dicho esto, la policía y las diversas agencias estatales y federales de aplicación de la ley ciertamente no hicieron tanto para frenar o detener el tráfico de drogas en la minoría como lo harían (y lo han hecho) en áreas con poblaciones blancas o mayoritariamente blancas. A las minorías se les restó importancia porque se vio (una vez más) que la adicción a las drogas en esas comunidades no era un problema médico, sino una señal más de las fallas morales de “esa gente”.