Un medicamento tiene un efecto beneficioso bajo un conjunto dado de circunstancias. Un veneno tiene un efecto adverso bajo un conjunto dado de circunstancias. Para complicar el problema, los medicamentos pueden tener efectos adversos y beneficiosos al mismo tiempo, por ejemplo, los antiinflamatorios no esteroides (AINE) reducen la inflamación pero también pueden causar hemorragia / ulceración e intestino. En la práctica, el cuerpo humano ha evolucionado para encontrarse en un equilibrio llamado homeostasis: un estado de enfermedad puede considerarse como un alejamiento de esa homeostasis (por ejemplo, fiebre) y los medicamentos pueden usarse para obligar a la parte afectada del sistema a regresar al opuesto dirección. Sin embargo, casi todas las drogas tienen efectos secundarios no deseados, especialmente a altas dosis.
Los venenos son productos químicos (o químicos biológicos) que interfieren con la homeostasis a dosis relativamente bajas. Sin embargo, en estados patológicos particulares, esta interferencia puede ser beneficiosa, por lo que los venenos también pueden usarse como fármacos. Buenos ejemplos son el cáncer (y otros) agentes quimioterapéuticos que matan células indeseables (o microorganismos o parásitos). Estos “venenos” también tienden a matar las células sanas (especialmente las células que se dividen) dependiendo de la dosis y la distribución del producto químico. Las medicinas con altas “proporciones terapéuticas” generalmente son efectivas a dosis que no causan un efecto adverso sustancial, es decir, son más selectivas en términos de su objetivo.