La fiebre indica una mayor actividad de su sistema inmune. Los cambios corporales asociados con la fiebre como el aumento de la temperatura ayudan a combatir el desencadenante que causó la hiperactividad del sistema inmune.
El desencadenante es generalmente una bacteria u otro organismo microscópico. (A veces otras cosas como polen, pelaje de animales, etc., que conducen a alergias graves y, a veces, componentes de su propio cuerpo que conducen a enfermedades autoinmunes. Pero es relativamente poco común. Las bacterias y el virus son los desencadenantes más comunes)
Estamos expuestos a estas bacterias y virus de nuestro entorno. ¡Están en todos lados! El agua del grifo del aire en nuestra piel, etc. Cuando ingresan a lugares en nuestro cuerpo donde pueden causar daños nuestro sistema inmunológico los detecta (o sus toxinas) e inicia una serie de procesos corporales que provocan fiebre.
El aumento de temperatura es el resultado de pirógenos (cosas que generan calor e incluyen ciertos productos bacterianos y ciertas moléculas inmunes en nuestro cuerpo). Esta temperatura elevada ralentiza la reproducción y la actividad bacteriana (nuestras células inmunitarias siguen destruyéndolas) y nos ayuda a eliminar las bacterias causantes de infecciones.
La fiebre es, por lo tanto, un mecanismo de protección.
