Cuando era médico de atención primaria, siempre les aconsejé a mis pacientes sobre dieta y ejercicio. Ofrecí recursos y aliento. Lamentablemente, el problema no es la falta de asesoramiento del médico sino la falta de acción del paciente.
En los Estados Unidos, parece que pensamos que nuestra salud es responsabilidad de nuestro médico. Queremos pastillas. Nosotros los exigimos. No queremos ejercer nuestro yo.
Mi sensación siempre ha sido que los cambios pequeños en la dieta y el ejercicio no solo llevan a una mejor salud a largo plazo sino que también ayudan a las personas a sentirse mejor. ¿Quién no quiere sentirse lleno de energía, dormir bien y verse bien?
Además, no se trata solo de peso. Los buenos hábitos de estilo de vida ayudan a controlar una gran cantidad de enfermedades como la diabetes, la presión arterial alta y las enfermedades del corazón.
También ayuda a evitar ciertas enfermedades como el cáncer, la osteoporosis o el estreñimiento.
Ahora, quiero que imagines que estás corriendo por la clínica, viendo pacientes, matando incendios, siendo interrumpido por emergencias. Las enfermeras están alineadas con solicitudes urgentes. Tienes 15 minutos para abordar el problema que tu paciente vino a verte. Intenta tomar unos minutos durante la visita para hablar sobre dieta y ejercicio. Los ojos de su paciente se vuelven vidriosos. Están echando un vistazo furtivo a su teléfono. Están mirando a un punto en la pared en algún lugar detrás de ti, apenas contiene su impaciencia. “Uh huh, uh huh, uh huh, … Podrías rellenar mi Lisonopril, Lipitor y Metformin … Tengo que irme”.
¿Al dar a luz puedo tener solo doctoras para mi operación en India?
¿Cómo distingue el personal de la sala de emergencias quién ingresa en un pabellón psiquiátrico?
Eso, mi amigo, es el problema.