Los organismos unicelulares no siempre se dividen en “dos células idénticas”.
En muchas especies, una célula más pequeña brotará de una más grande. Si el organismo en cuestión tiene un “reloj de envejecimiento”, esta célula reverdecida tendrá su reloj reiniciado. Es, en esencia, un niño. Además, muchas especies de protistas (organismos no bacterianos unicelulares) participan periódicamente en la reproducción sexual. No se dividirán en dos células idénticas (mitosis) sino en cuatro células haploides (meiosis) cada una con la mitad de la cantidad habitual de material genético. Estos pueden combinarse con otras células haploides de la misma especie para formar nuevos miembros de las especies que tienen diferentes combinaciones de variantes genéticas.
En los organismos que se dividen en células más o menos idénticas, estas células son efectivamente inmortales. No envejecen de la misma manera que las células de los organismos multicelulares y pueden seguir viviendo y dividiéndose indefinidamente.
En cualquier caso, el proceso de copiar información genética es intrínsecamente propenso a errores. Cuando un organismo unicelular se reproduce, al menos uno de los dos organismos nuevos puede tener una o más mutaciones. Con el tiempo, la especie evolucionará.