A diferencia del resto del cuerpo (con la excepción de las manos), la cara casi siempre está descubierta . Esto significa estar expuesto a la luz solar, es decir, los rayos UVA, que envejecen las células de la piel y pueden dañar su ADN.
La cara también está expuesta a otros factores ambientales como el viento, que puede tener un efecto de secado y también contribuye al envejecimiento.
Además, la piel de nuestras caras se somete casi constantemente a flexiones y estiramientos mientras hablamos, comemos, bostezamos y generalmente nos expresamos. La piel alrededor de la boca, los ojos y la frente se lleva la peor parte de esta actividad y con el tiempo, a medida que se agotan las reservas naturales de colágeno, los signos reveladores del envejecimiento aparecen en forma de líneas.
Los humanos están programados para concentrarse y ubicarse en las caras de las personas, por lo que los signos de envejecimiento además de las otras características notables de los rostros de las personas, tienden a notarse más fácilmente que, por ejemplo, un muslo envejecido.
